Mientras grandes empresarios luchan hombro con hombro con COPARMEX para obtener jugosos beneficios del gobierno con el pretexto de “salvar” a sus empresas, los pequeños y medianos empresarios Mexicanos enfrentan un dilema importante que puede implicar cerrar sus negocios y dejar sin sustento a las familias de los trabajadores.
A diferencia de las grandes empresas, las PyMEs no cuentan en muchos casos con un historial crediticio amplio que les permita tener acceso a préstamos con los cuales puedan sustentarse en periodos de crisis, y los ingresos de estas empresas representan directamente el pago de las escuelas, alimentación, vivienda y demás costos de las familias de los dueños.
No olvidemos además que en muchos casos, los ingresos de una PyME apenas alcanzan a sustentar sus costos y ofrecer una módica utilidad, y cabe recordar que muchas de estas empresas justamente emprendieron a través de un crédito, y esta puede ser un agravante para enfrentar los duros tiempos de pandemia.
Es cierto que no todos los pequeños y medianos empresarios están obligados a crecer sus negocios para volverse incluso trasnacionales. No todos ellos están obligados a lograr que sus compañías se vuelvan una gran cadena de establecimientos, o crecer a miles de empleados. Muchos solo buscan el sustento digno para sus familias y ya, lo cual es perfectamente válido.
Sin embargo, llegan
momentos de pandemia, y muchas de estas empresas comienzan a ver que
las ventas bajan, pues los clientes dejan de llegar tras la orden de
una cuarentena, y por ende el sustento de sus familias se ve
arriesgado. Naturalmente se comienzan a publicar noticias sobre los
graves efectos sobre la economía, y la gente comienza a asustarse, y
a hablar trágicamente como si de verdad no existiera un mañana.
Si
bien es cierto que los Mexicanos somos propensos a creer de manera
reaccionaria lo que los medios nos indicani,
también es cierto que estas preocupaciones son legítimas, ya que
tras la pandemia de COVID-19 los humanos cobrarán mayor consciencia
con respecto a algunos temas de situación ambientalista,
capital/económico, sustentabilidad y demás, es decir, habrá un
mundo antes del COVID, y uno después.
Las actividades de
muchas empresas se verán trágicamente afectadas porque no serán
consideradas esenciales o necesarias para el mundo post pandémico,
lo cual no es el caso de aquellas que ofrecen productos y servicios
básicos universales, como las tiendas de abarrotes, algunos
restaurantes, suministros médicos, ropa, etc.
Y, ¿eso es culpa de
los gobiernos? No, en realidad no es culpa de nadie, es un efecto del
modelo de negocios capitalista utilizado en el mercado global al que
nos hemos apegado como civilización. Si acaso el único culpable
sería el propio empresario al no tener la visión o capacidad
directiva suficiente como para adaptar su empresa a las situaciones
actuales.
CULTURA
EMPRESARIAL
Siendo honestos, una de las grandes ventajas de ser
una PyME por encima de cualquier grande corporativo es justo la
capacidad de adaptación que esta puede tener ante cualquier
panorama. No es lo mismo mover un grupo de 30 personas que desplazar
a un golem gigante con 5,000 empleados. ESTA es justo la gran ventaja
que tienen las PyMEs ante la situación pandémica, la flexibilidad
que ofrece al representar menor “masa burocrática empresarial”.
Sin embargo,
lamentablemente muchas personas emprendieron el viaje sin haberlo
hecho antes, tal vez como una oportunidad o un buen anhelo, sin
embargo carecen de la preparación técnica para gestionar
apropiadamente un negocio, propiciando empresas que dan mal un
servicio en términos de atención al cliente o calidad en el mismo,
y demás.
La realidad es que la pandemia solo está
acelerando el proceso inevitable de muerte de estas empresas, más no
es culpable de ello, es solo un catalizador para que el esquema
Capitalista continúe funcionando como lo ha hecho hasta ahora,
devorando a los más débiles.
El asunto es que la pandemia nos hace notar que existe una grave falta de cultura empresarial en México, y que si bien existen una gran cantidad de medios para aprender a serlo adecuadamente, también es un tema que se toma con poca seriedad, y se limita a “valiosos consejos” que aparecen en revistas destinadas a este mercado.
Tal vez la actitud
supervivencialista que se nota en muchos negocios, que constantemente
batallan por librar sus costos no está beneficiando mucho a la
economía del país. Es real que muchos negocios pujaban antes por
medio sobrevivir, asi que la pregunta obligada sería, ¿y vale la
pena mantener un negocio que no lo es?
Lamentablemente
pareciera que la población Mexicana está más preocupada por vivir
la poca estabilidad que tiene en lugar de pelear por una meta mayor,
y es razonable, pues la situación psicológica colectiva
pre-pandémica del país nos dictaba que “no hay dinero para nada”,
y nadie lo quiere gastar, generando un problema de flujo de efectivos
que afecta mucho más a la economía que las grandes empresas y sus
maniobras por “sobrevivir”.
APRENDIENDO
…y es aquí de
donde podemos aprender mucho de los Judíos. Al generar comunidades
activas alrededor de lo que dicta su religión, están obligados a
convivir unos con otros cada Sabbath en un ambiente armónico, de
esperanza y de paz, lo cual extiende sus redes de negocios dentro del
mismo círculo.
Comparemos un caso hipotético de un
vendedor de calendarios de temporada Judío contra uno de un Mexicano
que no lo es:
El vendedor Judío
ofrece calendarios a otro que vende dulces. Este decide comprarlos
para regalarlos a sus clientes, generando una ganancia para el
vendedor, y tomando oportunidad de publicitar su negocio ante sus
clientes.
El vendedor no Judío ofrece calendarios a otro
que vende dulces. Este último le dice que apenas le sale el costo, y
que lamentablemente no tiene dinero para este tipo de inversiones,
perdiendo una oportunidad de distinguirse entre su competencia, y
dejando desanimado al vendedor, que al final regresa a casa con los
bolsillos vacíos.
¿Se comprende la diferencia? Para que
la economía fluya no es necesario mover grandes capitales en todo el
país para lograr una mayor inversión extranjera, como lo explica el
neoliberalismo, sinó TODO lo contrario: implica apoyar a los
negocios locales por encima de las grandes cadenas corporativas, y
más si son extranjeras. Hacer que la viejita que venda quesadillas
en la calle tenga dinero en la bolsa es fortalecer la economía del
país.
La cadena de flujo de dinero en el país dista
mucho de los modelos económicos con los que pretenden medirla, y nos
olvidamos que somos un pueblo comerciante por origen; simplemente
basta ver los índices de informalidad en México para
comprenderlo.
LA PERCEPCIÓN DE LAS PYMES
Es obvio que en los
noventas y principios del dos mil nos permeó una cultura global,
posible gracias al Tratado de Libre Comercio, trayendo no solos
productos del extranjero, sinó abriéndonos a ideas globales, asi
que quisimos aprender de los Norte Estadounidenses, sin embargo sus
métodos obedecen a una situación geopolítica totalmente
diferente.
Aún así, quisimos
(y al parecer queremos aún) medir nuestro éxito como país
dependiendo de la cantidad de grandes empresas que existen, e
ignorando un poco a las PyMEs, que son en realidad lo que más se
acerca al sustento del país.
Actualmente el gobierno
tiene un sistema de indicadores pésimo y totalmente alejado de la
realidad, por ejemplo, medir el número de personas impactadas por un
programa, pero no medir el beneficio perceptual ó económico que
dicho programa haya tenido, y si es así, no pasa de un cuestionario
con preguntas obvias como “¿piensa usted que le sirvió este
apoyo?”, mismas que son contestadas al momento de entregarlo, y no
después de un periodo de evaluación.
Esta situación se
extiende hasta practicamente todas las ramas de gobierno, incluída
la económica, lo cual dificulta la percepción que se tiene de
nuestro país, pues estamos siendo observados y evaluados para
recibir inversión extranjera con base al éxito comercial de grandes
empresas, y no de las pequeñas.
Curiosamente son las
PyMEs quienes han llevado el nombre de México en alto: empresas
publicitarias, desarrolladores de videojuegos, productoras de cine,
desarrolladores de tecnología, etc.
Esta tendencia a
perseguir “el gran éxito gigante” ha alejado a los gobiernos de
poner atención a estas pequeñas empresas, que son además quienes
más tienen posibilidades de sobrevivir ante situaciones como la
pandemia, pues muchas pueden seguir operando con sus empleos en casa,
con clientes en el extranjero que no pueden parar sus actividades, y
que hacen negocios a través de Internet usando las nuevas
tecnologías para sus negocios.
Ya no hace falta rentar una oficina bonita de cristal en un edificio carísimo, y contar con una señorita que conteste el teléfono en caso de que alguien llegue a hablar, mientras se trabaja para uno o dos clientes y nada más. Ahora se puede hacer negocio a través de una webcam, contratos digitales a través del block chain, transferencia de dinero a través de cantidad de mecanismos para ello, etc.
Los medios y la historia nos dictan que la economía sufrirá un golpe por la pandemia, sin embargo “la economía” no es como tal un oráculo de lo que va a pasar, sinó los análisis financieros de las tendencias que indican lo que va a pasar en un futuro de seguir por el mismo camino.
En este caso es más un sistema de predicción matemático que una profecía, y sin embargo la gente – tal vez por miedo – se abstiene entonces de mover un dedo y decide no gastar su dinero, sin entender que es justo lo que tenemos que hacer: mover el flujo de dinero con nuestras propias manos, consumiendo local, a pequeños empresarios, agricultores, tratando de recortar la cadena de suministros que encarecen los productos y solo dan beneficio a algunos carroñeros, mientras los productos son explotados.
En nuestras manos está “cambiar la economía”, y no necesitamos para eso ningún apoyo, solo que no nos estorben, y que las PyMEs se comprometan a dar productos y servicios de gran calidad, con la posibilidad de competir contra aquellas empresas internacionales en estos aspectos, superándolos, obviamente, al ser negocios más apasionados.
LAS NUEVAS ECONOMÍAS DIGITALES
Como ya se mencionó, la gran ventaja de las PyMEs es su capacidad para adaptarse, su flexibilidad. En este momento histórico de cambio en donde las nuevas tecnologías comenzarán a abrirse camino por la necesidad de hacer negocio, aún estando en cuarentena global, jugarán un papel VITAL para la modernización de la economía.
Hay que destacar como gigantes económicos en potencia a las empresas que se dedican a actividades de larga duración y cuyo trabajo no se vió en lo absoluto afectado por la pandemia, como animadores de cine y TV, desarrolladores de videojuegos, creadores de tecnología, consultores de negocios y financieros, productores musicales, publicistas y mercadólogos, y en general creadores; todos ellos sustentarán por un periodo la economía, además de los servicios básicos como alimentación, salud y bienestar, etc. Las grandes empresas que sean honestas y honradas harán lo propio pagando sus impuestos, pero tal vez serán principalmente las PyMEs quienes lleven a otros países nuestro éxito en los negocios.
Las nuevas economías
digitales representan un gran desbalance de poderes para quienes
gobiernan, y quienes manejan los bancos, por eso es natural que
pretendan crear un rechazo hacia las mismas. Imaginemos un mundo en
el que hay transacciones comerciales internacionales que NO pasan por
un banco, por ende los gobiernos pueden disponer de ese
dinero.
Estas tecnologías liberadoras como el block chain
pueden representar el futuro de la economía, en donde al gobierno no
se le rinda un tributo como ahora, ni se le entregue el poder por
completo a una banco por ser necesario para una transferencia de
recursos, y que sin embargo son totalmente confiables para realizar
intercambios.
También vale la pena hablar de actividades que monetizan, como el case de YouTube, o similar a Twitch. Resulta difícil imaginar la cantidad de dinero que estarán generando algunos influencers en estos tiempo de pandemia, donde todos los ven al no tener otra cosa que hacer. Proveer contenido es solo uno de tantos negocios que surgen ante estas nuevas aplicaciones de modelos de negocios.
La
tecnología nos habilita para ser más ágiles y mejorar nuestros
servicios, y muchas están al alcance de las PyMEs, con apps como
Rappi o SinDelantal, que habilitan a pequeñas empresas a llevar sus
productos no solo a las redes, sinó a la puerta de nuevos clientes
que no quieren arriesgarse en salir, pero de nada servirá si estas
empresas no capitalizan esta oportunidad para mejorar sus servicios y
productos, por eso es importante seguir estudiando para ser un mejor
capitán del barco.
EL FUTURO ES AHORA
Nuestro país está
lleno de oportunidades, más las que surgirán pasando la pandemia.
Si nos enfocamos a mover el dinero entre nuestras comunidades
permitiremos el fortalecimiento de las mismas, y si todas las
comunidades hacen lo mismo será mucho más fácil afrontar el
panorama que se avecina. El tema es no actuar con miedo, sinó
unirnos todos para tener la seguridad de que nuestros ingresos serán
prósperos.
Mejorar nuestra actividad profesional es una
obligación, invertir este tiempo en aprender nuevos temas para
gestionar nuestras empresas, y entablar diálogo con otros
empresarios para generar redes de consumo, comunidades de negocios y
demás, pero es importante que sea interdisciplinario, pues el juntar
a empresarios de la misma actividad termina siendo una asociación,
cuando lo que se busca es todo lo contrario.
Muchas empresas tendrán que morir, y es parte de lo que implica vivir en un mundo Capitalista. Estas empresas dejarán espacio a otras nuevas con mejores propuestas y servicios, y si no lo hacen bien, habrá otra que surja en su lugar, y así, pero lo que debe quedar claro: practicamente ninguna empresa es eterna. Algún día Coca Cola también perecerá, pues nada es para siempre.
No nos dejemos llevar preocupándonos por lo que pasa ahora, es mejor aprovechar el tiempo para tomar inercia para enfrentar el mundo del mañana. Estudiar, aprender, revisar, replantear, adaptarse, renovarse, evolucionar o morir.
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Imagen: Evident, acrílico sobre papel, por 220