La percepción y las
emociones son dos factores humanos imprescindibles, pues a través de
ellos conformamos la información que nos permite tomar decisiones, y
desgraciadamente ambas son facilmente manipulables, sobre todo para
aquellos que tienen la posibilidad de manejar datos a través de
medios masivos, como la TV, o el Internet; incluso se creó un
término para referirnos a este fenómeno, llamado “manipulación
mediática”.
Podríamos pensar que los políticos fueron
las primeras autoridades en falsear información. Los medios
noticiosos fueron los segundos, ya sea por órdenes del gobierno,
influencia de algún partido político, o por amenazas de la
delincuencia organizada. Distribuir notas con la finalidad de aterrar
o calmar a la población, de ocultar algún hecho a través de la
promoción de otro, etc., se han vuelto por desgracia los medios
operativos comunes para manipular las emociones de la población.
Primero fuimos sujetos a una serie de estímulos desde la llegada de la TV, y durante los noventas, con el arribo de Internet, resurje un concepto interesante que aboga por la racionalidad: el pensamiento crítico. Como tal, la propuesta es desarrollar un modelo de pensamiento que sea capaz de analizar todas las vertientes posibles de un planteamiento, con la idea de poder desechar a través de la lógica si este es verdadero o no.
A través de los
mismos medios, el concepto de pensamiento crítico comienza a invadir
el mundo, sin embargo faltó decir que para tenerlo, también se debe
tener conocimiento epistémico del tema a analizar, de lo contrario
se vuelve un juicio, y no una deducción. No podemos desarrollar una
teoría crítica sobre la llegada del hombre a la luna si no
conocemos de física, astrofísica, mecánica de cuerpos celestiales,
sistemas de propulsión, aerodinámica, fenomenología meteorológica,
etc.
Desgraciadamente, la idea se permeó, y la sociedad
se desarrolló bajo la creencia de que eran pensadores críticos, y
de que NADA podía pasar por la mirada analítica de las personas. La
costumbre de tan solo observar o escuchar algo y emitir un juicio se
vuelve una práctica común, y entonces pasamos de la era de la
información a un periodo de transición en el cual las personas se
acostumbran a creer que piensan, y sin embargo comienzan a basar su
vida en creencias.
Como rama alternativa, surjen los pensadores incrédulos: personas que solo son capaces de creer en lo que sus ojos pueden ver. Muchos de los miembros de grupos de teorías conspiracionales, como los terraplanistas, confían casi solamente en su percepción biológica, y si no pueden verlo, no es real para ellos.
…pero por el otro lado, y que representa a la mayoría de las personas, la teoría de pensamiento crítico se esfumó por completo, y quedó tan solo la costumbre (nuevamente) de volver a emitir juicios sin razón alguna, guíados tan solo por el escaso conocimiento que tienen sobre el tema, y también a un manejo francamente muy primitivo de sus propias emociones. Esto lleva como resultado una sociedad facilmente manipulada por los chismes, las historias, los planteamientos emocionales y demás.
Una sociedad así es presa sin duda de empresas generadoras de noticias falsas como las que imperan el día de hoy. La operación es muy sencilla: un grupo de personas crean un portal de noticias, la poblan con contenido preparado y entre estas inmiscuyen la nota que desean dar a conocer. Posteriormente utilizan cuentas falsas de redes sociales para liberar y propagar el contenido. Los lectores de la nota se encargarán del resto, distribuyéndola como si se tratara de un hecho real.
El mecanismo que se activan detrás de esto son las emociones. Las notas contienen títulos alarmantes, amarillistas, diseñados para encender la furia de quien lo lea a la primera. La repetición de la nota en diferentes medios (todos falsos) aumentan la credibilidad de la misma ante una audiencia, pues es por varios frentes que se tiene una noticia.
El hipocampo y la amígdala juegan un papel fundamental aquí, pues uno está a cargo de las memorias de experiencias pasadas, y la otra lo está de las emociones y una evaluación beneficio/daño que activa en dado momento una respuesta emocional.
El dejar a nuestro cerebro tomar decisiones de nuestro actuar a partir de una emoción es un grave error, pues si bien las emociones conforman una parte importante de nuestros factores para tomar decisiones, debería ser la razón, pues esta nos permite evaluar las condiciones para una decisión favorable.
…y sin embargo, así es como toman decisiones la mayoría de las personas, basadas en la emoción, y no en la razón; tal vez crean que están pensando, sin embargo solo están sintiendo, lo cual no representa en lo absoluto una buena forma de tomar decisiones, pues se ignoran otras condiciones que pueden tener más peso que el simple descontento o agrado por alguien o algo.
La manipulación a la que la sociedad es sometida a través de chismes y redes sociales permite que un grupo de personas puedan beneficiarse, perjudicando a otras, a través de la generación de odio y malestar hacia los generadores de posturas rivales. Estos recaen por desgracia en la población en general, la cual además de ser usada, desarrolla en si un desagrado natural que le impide vivir en plenitud, pues se siento molesto, estafado, engañado, etc.
Es hora de regresar a pensar, a utilizar modelos parecidos al del pensamiento crítico para tomar en cuenta factores que ignoramos cuando sentimos. Debemos dejar de engañarnos a nosotros mismos. NO estamos pensando las cosas, las estamos sintiendo, estamos dejándonos llevar por las emociones a niveles que jamás hubiéramos pensado como sociedad, y nos estamos volviendo superficiales, incapaces de analizar situaciones más allá del sentimiento que nos provocan.
Vale la pena comenzar uno mismo a ser menos juicioso, y más crítico, menos emocional y más racional.