El Mexicano es idiota. Un verdadero idiota. Como raza, tiene todo lo necesario para ser un país de primer mundo – la raza de bronce, a final de cuentas. Es una persona fuerte, lo suficiente para arar el campo y cultivar su propio alimento; es una persona inteligente, capaz de conquistar al mundo con tecnología e investigación; es una persona trabajadora, que se entrega en cuerpo y alma cuando así lo decide.
El Mexicano es idiota, pero también sabe tratar a un amigo y es leal hasta la muerte; también es confiable, pues cuando se le hace un encargo, cumple lo que promete; pero también es idiota. Es idiota, porque aún cuando ha nacido en un país con agua, tierra, vegetación y fauna, decide comprar y alimentar su cuerpo con la vorágine del fulgor consumista, el que esclaviza.
El Mexicano tiene lo necesario para salir adelante como país, sin embargo decide la mayor parte del tiempo ser apático, desprenderse de las actividades importantes para ir a esclavizarse a un empleo, y alimentar más aún la carnicería de extremo capitalismo. Prefiere ceder ante la tentación de la reputación extranjera antes que disfrutar las mieles del compatriota. Cambia progreso y solidaridad por entretejerse más entre una cultura hecha de ninguna cultura, la del país del norte.
Prefiere entregar sus tierras, sus playas, su lealtad, antes que defenderse entre sí y formar un solo grupo, el de Mexicanos, juntos, todos, en completa unión a favor del desarrollo social, intelectual, emocional, artístico, cultural, turístico y económico. Prefiere abandonar las tierras a manos de los extranjeros para que sean ellos los que exploten los recursos, todo con el pretexto de beneficiar a una tribu, devorada por fierros torcidos y obligada a abandonar sus costumbres y tradiciones para adoptar el sistema de un empleo fijo, en donde no hay satisfacción espiritual.
El Mexicano es idiota, porque teniendo lo necesario para empujar a su nación hacia arriba y adelante, prefiere cederse en el sillón a observar millones de imágenes que lo obligan literalmente a seguir buscando para si los beneficios del consumismo acelerado. Antes que tomar unas líneas en sus manos, se detiene e inmoviliza por completo bajo el brillo de la pantalla.
El Mexicano es idiota, porque sigue esclavizado y defiende a su amo a toda costa, pues este le da lo que él cree que necesita para mejorar sus condiciones de existencia. No se ha dado cuenta del grave daño que se hace al venderse al mejor postor en lugar de potenciarse a sí mismo. El Mexicano es idiota, pues no se ha dado cuenta que podría explotarse a sí mismo para su propio beneficio, en lugar de alimentar la mesa de su amo.
Aspira a ser amo algún día, a caminar entre sus siervos comprados y falsamente humildes para regodearse de su gordura, de su pavoneo, de su inmundo séquito. Aún así, el Mexicano idiota cree que cualquier idea que vaya contra su sistema es comunismo o socialismo, y es idiota porque jamás se ha detenido a leer un libro valioso, una joya que verdaderamente alimente su cabeza, y no solo sus emociones.
El Mexicano es idiota. Cree que su alma está en manos de un falso rey, que solo se regodea ante sus súbditos, esperando alabanza y adoración incondicional; amenaza con despedirlos hacia las terribles llamas del castigo, y por ende el Mexicano idiota hace lo que sus representantes solicitan, sin detenerse un segundo a cuestionarse el porque de tanta exigencia y caravana.
Sin lugar a dudas, además de idiota, el Mexicano es flojo e inútil, pues pone su vida en manos de un jefe que no hace nada más que explotarlo, confiando a ciegas en él, aún cuando él solo confía en sí mismo y trabaja para sí. El Mexicano idiota, flojo e inútil es incapaz de hacerse responsable por sí mismo y por su paso en el universo. Decide confiar en sus falsas figuras y promesas de poder, en lugar de detenerse a pensar que él, el mismísimo Mexicano idiota, flojo e inútil del que hemos hablado, es capaz de ser su propio jefe, de ser el mismísimo dios.
Él puede hacer esto y más, pero al ser idiota, flojo e inútil, es incapaz de tomar un libro en sus manos para adquirir el conocimiento necesario para alumbrarse con la luz del conocimiento, y volverse tan grande como pudiera ser. El ser idiota, flojo e inútil le está costando al Mexicano más de lo que podría imaginar.
Nadie, más que el mismo Mexicano, hará nada por él. Ni siquiera su familia o sus amigos. El único camino que tiene el Mexicano idiota, flojo e inútil es el de las letras, el de los números, el del estudio, el del cultivo intelectual y racional para dejar de lado mitos celestiales y empíricos, para desvanecer el esclavismo de sus vidas y poder ser un Mexicano libre, honesto y trabajador, capaz de sustentarse a sí mismo; creador, no destructor. El mejor Mexicano que la tierra jamás haya visto.
La fé no sirve para esto. No se trata de esperar a que el amo regordete nos de suficiente poder como para compartir su riqueza con nosotros. El Mexicano no debe tener fé que ese es el camino, no debe estar cegado ante el brillo de las joyas y los espejos. El Mexicano debe confiar en sí mismo y hacer caso de su intuición; desprenderse de sus cadenas y establecer bases para un futuro firme y sólido que satisfaga su espíritu y le permita vivir libremente.
El día que el Mexicano idiota, flojo e inútil decida sacudirse de sus cadenas, a través del estudio, del conocimiento, de los números, se volverá un Mexicano libre, honesto y trabajador, sin necesidad de un jefe a quien rendirle cuentas, generando todo lo que necesita para sí mismo. Así, tal cual lo haría un dios.