La humanidad ha terminado por volverse egoísta. Nos enfocamos tanto a nuestra experiencia humana que de pronto olvidamos que hay otros individuos y seres que permiten que dicha experiencia sea posible. Hemos desarrollado la capacidad para ignorar por completo aquello que no nos interesa, pues ante un sobreestímulo de información el cerebro elije observar solo aquello que le resulta relevante; por desgracia, ante una crisis mundial en la que la inseguridad prevalece, el cerebro está buscando información que le permita sobrevenir cualquier peligro.
El hombre actual se enfoca a la búsqueda de la seguridad y de las sensaciones, y como tal, desecha cualquier estímulo que se atraviese en el camino a sus responsabilidades y su hedonismo, dejando de lado los procesos racionales, empáticos, cognitivos y fraternales… estamos dejando de ser aquello que originalmente nos califica como “humanos”.