Un aspecto que jamás la música electrónica podrá equiparar a una ejecución instrumental en vivo es esa latente necesidad de la nota por escapar, desordenada y desobediente para cubrir un panorama sonoro; y esa latente necesidad del artista, por controlar ese impulso y soltar la nota en el momento adecuado, logrando así una perfección total, un orden absoluto que procede del caos llamado pasión.