Los parámetros de la existencia

Hablar de la realidad inherentemente nos lleva a hacer un análisis de la existencia. En términos simplistas, algo puede ser considerado “real” cuando se tiene pruebas repetidas de su existencia. Por citar un ejemplo, una persona podría ver a una bruja o un fantasma y considerarlos irreales por su incapacidad para replicar el fenómeno, y bajo este modelo empírico es que la ciencia ha dominado sobre nuestra apreciación de diferentes contextos para entender las entidades que nos rodean y la relación que podemos adquirir con ellas.

Partamos de una reflexión inicial… ¿existimos? Más allá de la pauta para realizar un hincapié sobre la moralidad y el aprovechamiento de la condición que llamamos “vida”, existe un razonamiento más profundo con respecto a la existencia de nuestro propio ser. Pensemos un momento, de no haber alguien que validara nuestra existencia, ¿existiríamos? ¿acaso necesitamos de otras personas para ver reflejada nuestra condición de vida?

Si una piedra permanece oculta bajo una caverna sin que ningún humano la observe, ¿existe? No podemos debatir el hecho que existe un universo totalmente objetivo que ocurre por su propia fuerza y se rige bajo las leyes que este mismo genera conforme a su propia evolución universal, o bien, multi universal.

Aún cuando nosotros no seamos capaces de apreciar un evento, no significa que este no ocurra, es simplemente que nuestra limitada percepción física hace difícil la labor de comprender el complejo juego de reglas que rige al universo. Podríamos citar un tanto a Pigmaleón analizado desde otra lectura al pensar que un objeto se vuelve de relevancia y significado para el observador dependiendo de lo que este represente para él, incluso materializando lo que él desea ver y creando interacciones en su mente que personas comunes considerarían locura.

Sin duda, un parámetro relativamente razonable de la existencia es la presencia de masa y materia. Al existir ambos podemos considera que una entidad “existe”, sea esta una partícula de helio-4 o un elefante, sin embargo previo a la existencia de cualquier molécula existe una fluctuación, o una acción gravitacional que permitirá la fluctuación necesaria para atraer materia y dar pauta a la existencia material.

Podemos hablar del momento en el que se da la concepción de la existencia dentro del marco de una fuerza de atracción que, derivada de su masa, reune la materia necesaria para existir. Simplemente en nuestra galaxia existe gran cantidad de objetos celestiales cuya masa es tan pesada que una cucharada pesaría más que el sol, lo que nos lleva a pensar que más allá de la materia, es la masa quien de paso a la materialidad.

Pero, ¿de donde obtiene la masa la fuerza necesaria para reunir la materia que necesita? ¿y como es que una pequeña “porción” de masa puede ser tan densa como para pesar más que un astro como el sol? ¿qué fuerza existe detrás del generador de energía de la masa?

Pensemos en un universo matemático, en el cual existen dos tipos de entidades, los números y las funciones. En este universo existen singularidades, que, apropiándolas del lenguaje de la ciencia, se refieren a espacios aún no explicados dentro de los cuales se gesta una atracción gravitacional lo suficientemente fuertes como para atraer masa y materia.

Dentro del marco matemático propuesto, podríamos pensar en la existencia como la manifestación de un número en múltiples dimensiones. Pensemos en el número cinco, este número existe como palabra, como signo, como símbolo, como número abstracto, como propiedad, como fetiche, además de cantidad, que en teoría sería su propósito inicial.

Así como este sencillo número puede representar un ejemplo de la multi dimensionalidad de las ideas, la existencia per se puede visualizarse a través de la manifestación de energía de un número envuelto en una función matemática a través del movimiento de la vida, haciendo una clara alusión a los ritmos generados por la misma.

Hagamos una clara, pero burda comparación de los buenos y malos momentos de la vida con los resultados de una función de seno… como se dice en el refrán, no hay mal que dure cien años, pues las matemáticas elementales que rigen lo que pasa en el cosmos también están basadas en frecuencias, que así como suben, bajan.

Tomando la idea de una partícula de menor tamaño que el más pequeño de los cuantos, podríamos argumentar que esta ciencia es una manera interesante de parametrizar las funciones que dan pauta a la existencia. El resultado de un número pasado por una función de seno multiplicado por un factor derivado de algún parámetro que designe la densidad de masa que contiene una partícula, o demás.

Ahora, la ciencia nos ha ofrecido una ampliación del panorama cosmológico al proponer la materia y la energía oscura, que no son sinó la polaridad de todo lo que existe dentro del cosmos, como por ejemplo el electrón y el positrón, la materia y la antimateria. El concepto de tener una energía en expansión que no puede ser percibida por nuestros limitados sentidos y tecnología brinda pauta para pensar en una fuerza de expansión y en otra de congelamiento, haciendo una clara alusión a lo que bien podrían categorizarse como la pelea del bien y el mal, por vulgarizar un tanto el ejemplo.

Bajo esta línea de pensamiento podemos deducir que si algo tiene masa, entonces existe. Un pensamiento tan simplista podría llevarnos a la catastrófica consecuencia de no poder pensar más allá de la caja, y yendo mucho más lejos que las teorías y prácticas de rituales de ciencias ocultas y poderes mágicos, la comprensión de lo que nos limita y la búsqueda de lo que nos espera es la gran diferencia que puede salvar la percepción de la humanidad.

…y menciono la percepción, porque esta juega un papel fundamental en el plano existencial. La mayoría de las personas tiende a mencionar que los fantasmas no existen porque se percepción no ofrece prueba alguna a favor de su existencia, a diferencia de una manzana, cuya existencia puede ser comprobada con relativa facilidad con tan solo comerla u observarla.

…pero pensemos más allá. Digamos que la manzana tiene una configuración de “parámetros existenciales” que hacen que la manzana sea una manzana, es decir, su grado de “manzanez”. Una persona podría decir que una manzana lo es con tan solo observarla, y otra podría decir que lo es con tan solo probarla, pero ninguno acertará en deducir que la manzana lo es por su grado de “manzanez”.

De cualquier forma, sea la manzana apreciada o no, esta existe independientemente de nuestra relación con ella; y es que los humanos somos caprichosos y egocéntricos, y tendemos a creer que por no conocer, entender o incluso mirar algo, esto no existe o debe ser mito. En realidad el humano está totalmente limitado, no solo en cuestiones perceptuales derivadas de la biología de nuestra especie, sinó en donde ponemos la atención a las cosas.

Así como apreciamos la existencia a través de la relación que tenemos con las situaciones y las entidades material-energéticas que nos presenta, podemos aprender a apreciar la existencia a través del uso de la razón. No es necesario tener certeza biológica de que existen seres vivos fuera de este planeta, si razonamos podemos deducir que en efecto, existen seres vivos a lo largo de todo el universo, por ejemplo.

Uno de los más grandes errores de la ciencia empírica es la necedad de perder tiempo rozando la superficie de los fenómenos a través de la repetición constante para constatar una serie de hechos, en lugar de profundizar en el uso de la razón y contemplar el verdadero origen de los fenómenos materiales.

Y es que, hablando de fenómenos materiales, debemos comenzar por hacer un análisis profundo sobre la intención de los objetos, de las cosas, de las acciones, de las entidades. Cada entidad que nosotros podamos apreciar en nuestra existencia, es una mera representación de la energía y la intención que subyace debajo de ella.

Pensemos de manera simplista en una mónada, digamos, con valor de seis, y otra con valor de dos. Siendo un tanto burdos y admitidamente improvisando un primitivo sistema de “calificación”, digamos que el seis tiene un valor más alto que el dos. Esta mónada, al ser alimentada dentro de una ecuación matemática cósmica, será en conjunto con otras mónadas una serie de hombres que caminan por la tierra, mientras que la otra mónada se vuelve un conjunto de plantas carnivoras en algún lugar de Madagascar.

Sin duda alguna, la diferencia más importante entre un hombre y una planta carnivora es que el hombre supone gozar de un nivel más elevado en una escala de conciencias. La planta probablemente no sea conciente de sí misma, mientras que el hombre lo puede ser de la planta. Esto es debido a que dentro del número seis podemos encontrar tres veces el número dos, o la conciencia triplicada. También dentro del seis podemos encontrar un dos y un cuatro, el equivalente a una conciencia “humana”.

Pero, ¿cómo se vuelve hombre o planta una mónada? Esto es porque ni el hombre ni la planta existen como tal, solo existe su esencia, y es la necesidad biológica de nuestra especie la que nos obliga a representar materialmente dichas entidades de nuestra existencia.

Apreciándolo más a fondo, existen diferentes dimensiones dentro de las cuales cada mónada se manifiesta, pero como seres humanos estamos limitados a apreciar principalmente aquellas que se manifestan de manera material, y peor aún, creemos que compartimos la misma experiencia sensorial que otros seres humanos. Aún así, nos hemos atrevido a crear un lenguaje, insuficiente, por supuesto, para poder comunicar conceptos a otras entidades.

Pensemos en el concepto de jerarquías plutócratas… aquel que tiene más dinero domina sobre aquellos que menos tienen, y regularmente se hace lo que él pide a cambio de un poco de dinero. Podríamos expresar dicho modelo de mil y un formas diferentes, lo que trasciende detrás de este concepto es tal cual, el modelo, de una entidad dominando a otras por posesión de un interés común.

El concepto detrás del modelo es lo que realmente representa una mónada. Es lo verdaderamente importante detrás de cada entidad de existencia, sea esta una forma de vida, una idea, una obra de arte, lo que sea. Es de conceptos que la vida está hecha.

En los conceptos radica todo modelo de existencia, y es donde un dato se vuelve información, a la hora de darle una intención (usar la mente), la energía se vuelve recurso para dar pauta a la materia.

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