Los riesgos de una sociedad emocional

En las últimas décadas surgió un boom de tipos de educación distinta a las tradicionales, que van desde el sistema Montessori hasta el home schooling. Si bien, el sistema común de enseñanza en institutos, universidades y academias no es el mejor, al menos trataba de enseñar un poco de disciplina.

Tal vez lo criticable de los sistemas de educación modernos es que estos permiten a los niños a hacer lo que quieran hacer, sin confrontamiento, sin oposición. Es basicamente un “haz lo que quieras mientres estés aprendiendo”, lo cual resulta trágico, pues jamás mostramos a los pequeños a debatir, a promover una idea, a escuchar a otros y generar empatía.

Hoy, después de varias décadas de educar niños con base a su capricho y antojo, se ve reflejado con claridad el resultado de tan mala decisión: tenemos varias generaciones de personas emocionalmente incapaces de escuchar otras ideas.

¿Cuál es el problema con esto? Se preguntarán algunos… la sociedad es el problema. A diario vemos violentas confrontaciones entre personas emocionalmente amputadas, la imposición de ideas se vuelve algo común y desgraciadamente peligroso, pues al parecer uno ahora no es capaz de expresar una opinión en público, so riesgo de ser inmediatamente atacado.

Un problema también grave de esto es la falta de uso de la razón. Al dejarse guiar por las emociones, se opera a nivel límbico, es decir, las memorias y el aprendizaje empírico aflora, y al no contar con información sobre conflictos, muchas personas tienden a enojarse y reaccionar de maner violenta, en lugar de volcarse sobre la razón.

Al no razonar, una idea nueva puede resonar a manera de conflicto y desatar un comportamiento hostil hacia la persona que la emite. Esto es altamente visible en redes sociales públicas, en donde un comentario, la mayoría de las veces mal interpretado, desencadena largos hilos de conversación que se tornan en horas de molestia para alguno de quien lo vive, y más horas de entretenimiento para los chismosos.

La carencia de información de lenguaje corporal, la gesticulación, e incluso aspectos como el aroma, hacen de estos medios totalmente inapropiados para la comunicación humana, pues no se entiende con facilidad si alguien bromea, lo dice en serio, es agresivo o no. Un comentario inocente puede parecer un ataque directo contra la persona que lo lee. Y bien, no se puede culpar a quien emite un mensaje sobre la manera como un receptor lo interprete.

A final de cuentas, e ironicamente, los padres en un afán de darle a sus hijos una vida sin conflicto podrían estar generando más conflicto en sus vidas por no enseñarles desde pequeños a manejarlo.

El conflicto es necesario, y parte de la existencia del universo mismo. Se hace presente en todos los lugares donde hay auténtico desarrollo, desde una buena discusión entre amigos, la definición de una nueva ley, e incluso el universo mismo, en donde luchan la gravedad contra la fuerza de expansión.

Como seres humanos, tenemos la obligación de aprender a utilizar el conflicto como medio de desarrollo personal, más que como medio de imposición o defensa del vanal orgullo. La dialéctica es un medio ideal para aprender a utilizarlo, sin embargo requiere el uso de la razón para poder aprovecharlo.

Todos sentimos emociones, sin duda, pero llevarlas al terreno de la razón nos permite entender el origen de las mismas y nos da la posibilidad de confrontarlas para poder sanar una emoción negativa, o bien, incrementarla cuando se trata de una placentera.

La razón nos distingue de otras especies animales, pues aprendemos a discernir a través de nuestra cognición y experiencia los factores que nos permiten tomar una mejor decisión. Si nos basamos solamente en las emociones, estamos apelando solamente a llegar a los golpes y a la molestia.

Pero, ¿porqué se ofende tanto la gente?

Vivimos en una sociedad interesante, en donde todos los servicios y productos comerciales se personalizan a gusto del cliente. Existen tantas opciones para todo que los proveedores comerciales nos hacen sentir especiales, una sensación que nos remonta a la infancia, en donde mamá y papá constantemente cumplían con sus caprichos, y le daban la razón en todo, justo sin presentarle un conflicto.

Tal vez el hacernos sentir tan especiales y únicos, tan individuos nos hace creer que lo somos, y sin embargo, podríamos pensar que todos somos iguales, y que los logros y méritos dependen ya de cada quien, sin embargo hay estudios interesantes donde incluso a nivel razas existen superioridades cognitivas, pero muy bien balanceadas por habilidades físicas.

Vaya, no es necesario alterarse cuando alguien no nos da la razón en algo. Todos tenemos el derecho de contraponernos a alguna idea o acción, siempre y cuando lo hagamos con fundamentos. El problema es que la mayoría de las veces lo hacemos en torno a las emociones, y no pensamos en realidad si algo que se opone a nosotros realmente nos afecta, o solo desperdiciamos energía en algo que no tiene sentido.

Si aprendiéramos a razonar con un poco más de profundidad, también nos daríamos cuenta que no es necesario discutir, sinó aprender a trabajar en equipo para alcanzar una solución favorable para todos los involucrados.

Muchas veces todos los que discuten tienen razón, pero no se dan cuenta que al sumar sus verdades, se alcanza al final la realidad, y que ninguno estaba equivocado. Una vez reconocido esto, es mucho más fácil llegar a una solución, o incluso darse cuenta que nunca existió en realidad problema alguno. Todos pueden ir tranquilamente a reir mientras beben una cerveza.

También es un hecho que el dejarnos llevar pos las emociones distorsiona gravemente la realidad, generando una metarealidad que puede conllevar a malas interpretaciones. Imaginemos por un momento a una mujer que se cae, se acerca un caballero a ayudarle a levantarla, el marido de la mujer voltea y asume que el señor la tiró, y por ende se arroja violentamente sobre el cortés sujeto. Lo mismo ha pasado con perros guardianes.

Para poder superar las emociones es necesario razonar, y para lograrlo es mejor contar con la mayor cantidad de información posible, pues la razón alude al pensamiento, y por ende se necesita data. La habilidad para observar y adquirir data rapidamente se vuelve invaluable para evitar malas interpretaciones y por supuesto conflictos.

El uso de la razón y el pensamiento son excelentes herramientas contra la reacción impulsiva, misma que está llevando a nuestra sociedad a tornarse más violenta en torno a aspectos tan vanales como banderas de tribus comerciales, distinción por poder adquisitivo, creencias religiosas y políticas, y miles más…

Mientras nos dejemos llevar por nuestras emociones seremos presas de la violencia. Solo hay un camino hacia la paz, y este es el uso de la razón.

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