Neofeudalismo

Ante la necesidad de un gobierno mejor, el pueblo Mexicano decidió levantarse en una sola voz, al mismo tiempo, en todo el país. Al mismo instante, millones de Mexicanos alzaron un grito con dos palabras: “YA BASTA”.

Así de simple, YA BASTA. Dos palabras que habrían de cambiar a México de una manera impresionante. Los sonidos generados por las letras sonados al unísono hicieron que los gobernantes comprendieran de una vez por todas que los Mexicanos tienen voluntad, tienen capacidad de unirse, ganas de crecer, de mejorar, de salir adelante.

Sin duda alguna han sido engañados, traicionados por sus líderes a cambio de sucio dinero, mismo que debería estar en los bolsillos de quien lo trabaja y no en las alacenas y cuentas bancarias de los políticos que juegan con los impuestos como si nada, moviendo el dinero de un lado para el otro esperando invertirlo de manera adecuada para su propio crecimiento.

El político se defenderá, argumentando que genera oportunidades iguales para todos, ofreciendo promesas vacías que jamás pensó cumplir; regalando sonrisas falsas por aquí y allá, esperando a cambio un pequeño favor, como si de viejos y confiables conocidos se tratara. Detrás de esas sonrisas perfectas, existe una mentira tan falsa que se dañará a sí misma, y jamás lastimará a quien la profirió.

El juego del poder no es de todos, es de solo unos cuantos; de aquellas familias que siempre han estado tras el poder y han aguantado revoluciones e insurgencias, y ahora tienen más poder que nunca. Están detrás de los bancos, de los medios, de la política, de las grandes escuelas, de las iglesias, de las mafías y de los empresarios. Son las siete cabezas de la hidra, y cortar una solo provoca que salga otra que la supla, una y otra vez.

La lucha con violencia es inútil. Cualquiera de ellos, cualquiera, tiene el poder de las armas y facilmente se disolvería cualquier intento por usurparlos del poder – pues ellos son los amos indiscutibles de almas y mentes, del tiempo y el espacio, de las capacidades del universo ocultas para los esclavos, del dinero.

La estrategia para luchar no debe venir de una intención violenta u opuesta a lo que podríamos llamar el sistema – debe provenir de la mente, del cerebro, de la capacidad que cada Mexicano tenga para pensar, para razonar, para ser devotos intelectuales y así poder cuestionar las decisiones de aquellos que deben trabajar para los Mexicanos, y no al revés.

En estos tiempos se vive un neofeudalismo que consiste en trabajar arduamente para el señor feudal, ese político que ocupa un importante puesto en el gobierno y que en teoría debe representar a su feudo ante el rey, este personaje que lejos de ser mítico, está encarnado por la figura máxima de autoridad en el país, y aunque pareciera un títere, es sin duda un personaje preparado, inteligente, estudiado y demás, aunque aparente todo lo contrario, es parte de su inteligencia.

La diferencia entre un feudalismo histórico y el neofeudalismo radica en los ciclos. Antes, el rey vivía ocupando el trono hasta que muriera, en cuyo caso recibía la corona su heredero; por ende era importante tener un primogénito varón, para poder ceder el poder a su propio linaje y mantenerlo así por siempre.

En el neofeudalismo, existen ciclos de tres y seis años, en los cuales el mejor postor, el mejor candidato interno recibe el honor de ocupar uno de los castillos – mayores o menores – y después se retira para liberar el trono a otro candidato capaz, y seguir adelante con un sueldo honorario de por vida por haber cumplido un cargo, o bien, tratar de perseguir la posibilidad de un castillo más grande en el siguiente ciclo.

Estos ciclos continuarán corriendo entre las mismas familias, mientras que el Mexicano trabaja incansablemente buscando su propio nicho de poder – de ahí la necesidad en muchas ocasiones de tener una familia – y esperando un castillo más alto en cada ciclo. Él no se da cuenta que jamás podrá ser un rey o un señor feudal a menos que venga de cierto linaje. No se trata de dinero solamente, se trata también de la sangre, del DNA.

Son demasiado pocos los políticos honestos que cederían sus derechos individuales por amor a su patria y a sus súbditos. Don José Mujica es un increíble ejemplo de lo que debe ser un político, que prefiere que su pueblo use mejores zapatos que su presidente. En México, sin embargo, se debe tener abolengo para lograr un puesto importante en la política, o bien, tal vez se tenga la suerte de ser sumamente mentiroso, corrupto, chantajista, despiadado, egoista, asesino y/o avaro para poder abrirse camino a la fuerza. Y también dinero, mucho dinero.

Sin duda alguna ha existido el aspirante a político que al principio persigue los intereses del pueblo al que representa, y que sin embargo ha sucumbido ante la tentación del dinero fácil, o bien, al ver lo difícil que sería implementar mecanismos que de verdad puedan ayudar a la sociedad, deciden no meterse en problemas y volverse parte del juego.

Entonces la educación no basta. Existe una solución llamada Meritocracia, un sistema político que está basado en el mérito de las personas que ocuparán el poder, y para esto no se necesitan partidos políticos, se necesita devoción de servicio, real amor a la prosperidad social y ganas de progreso. En este sistema no se eligen gobernantes por partido, sinó por mérito, por los resultados que por acción propia e interés social se lleven a cabo antes que cualquier aspiración política.

En este sistema no existen los amigos ni familiares poderosos que ayuden al pariente a obtener un sueldo de asesor o incluso un cargo político; no existe discriminación alguna, pues existe igualdad de oportunidades para que las personas que verdaderamente aspiren al progreso comunitario puedan alcanzar un puesto de poder que permita un beneficio verdadero. Solo existe el reconocimiento al mérito, a la capacidad demostrada de cualquier individuo por ofrecer resultados para todos.

Aquí no importa el dinero, pues quien verdaderamente ayuda a la comunidad obtendrá la popularidad necesaria para darse a conocer y por ende ocupar un cargo político. No se necesitan juntar miles de millones de pesos para sustentar inútiles y mañosas campañas políticas que solo generan basura física, visual, mental y auditiva.

No se trata de socialismo ni comunismo, pues no todos son iguales, sin embargo la igualdad de oportunidades permite que cualquier persona que se crea capaz de gobernar un país pueda lanzar una candidatura.

Un sistema así está muy lejos de pasar, y solo ocurrirá cuando todos, absolutamente todos los Mexicanos decidan decir al unísono YA BASTA. Ya basta en contra de la corrupción de los malos manejos, del nepotismo, del amiguismo, de sostener una sociedad neofeudalista que lastima a todos, menos a los señores feudales, quienes se benefician del sacrificio de sus súbditos, y ellos, tristemente y aún así, defienden lealmente a sus amos, pues les arrojan migajas al piso para que puedan comer, seguir viviendo y tenerlos esclavos hasta que mueran.

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