Lagartijas multidimensionales que viven bajo la tierra, rastros químicos esparcidos sobre la población desde el espacio aéreo, fluor en el agua de la población, seres extraterrestres que se hacen pasar por humanos para controlar la tierra… todas esas son algunas de las tantas mal llamadas teorías conspiracionales, un tema que distrae de sobremanera a una parte importante de la población mundial.
Las teorías conspiracionales abarcan una serie de leyendas urbanas que ofrecen alimento para la bestia de la imaginación, la cual es voraz y desarrolla tolerancia, lo cual le obliga a buscar más. Normalmente una persona que acepta este tipo de propuestas ideológicas termina convirtiéndose en un zombie paranoico que observa peligros en todos lados.
Aunque sin duda estos peligros existen y son latentes, no podemos simplemente abandonarnos a un mundo totalmente vacíos de esperanza y desasosiego. Esa es justo la razón por la cual estas “teorías” prevalecen, porque siempre hay un tonto dispuesto a aceptarlas como verdad; peor aún, estas personas suelen vivir su vida acorde al peligro que sienten que les rodea.
Los peligros de los que hablamos suelen orbitar alrededor del tema del dominio y poder mundial, sin embargo, la gran cantidad de datos falsos que hay en internet ha provocado que las personas acepten esto como real, como una verdad oculta – sin duda existen muchas – y por ende se enferman y enferman a otros. En efecto, existen temas de interés mundial y su dominio que deben resolverse, pero estos “teoristas conspiracionales” suelen acertar en el blanco equivocado.
Los jugadores que normalmente se mencionan son las familias Rockefeller, Morgan, Lehmann, etc. A estas familias se les asocia con grupos, sectas y doctrinas de caracter religioso y/o espiritual, como serían los Illuminati, los Masones, los Caballeros Templarios, los Jesuitas y demás, de los cuales emergen figuras “oscuras” como Adam Weishaupt, Aleister Crowley, Eliphas Levi y otros tantos.
Y sin embargo, ¿cuántas de estas personas se toman el tiempo para investigar realmente lo que se está divulgando? ¿Cuántos seguidores de esta pseudo-ciencia indagan en libros, o en la misma red, y profundizan con información seria lo que se está aprendiendo? Son en verdad muy pocos los que se adentran en dicha información, y algunos de esos pocos terminan perteneciendo a alguna orden de algún tipo, pues han adquirido conocimiento verdadero.
Un ejemplo sencillo sería mencionar nuevamente a Adam Weishaupt, a quien se le menciona como líder de los Illuminati y un satanista empedernido; quien verdaderamente se tomara el tiempo para estudiar estos temas, sabría que un Illuminatus jamás rendiría culto ni a Yahweh ni a Satán, conocería la diferencia entre las figuras de Satán, Dios y Lucifer, y sabría que Weishaupt no fundó a los Illuminati como tal, pues estos vienen desde los tiempos de Pitágoras, con él como uno de los más grandes maestros.
Además, esta persona conocería la propuesta de Weishaupt, la cual ha dado pauta a algunos movimientos meritocráticos a nivel mundial que persiguen la igualdad de oportunidades y derrocar a los gobiernos corruptos del poder: atributos que hoy en día suenan como una propuesta poco viable, pero que sin duda resolvería muchos de los problemas del mundo, y por ende son positivos para la población en general.
Algunos “teoristas conspiracionales” son tan paranoicos y tan cerrados mentalmente, que son incapaces de adquirir información nueva o positiva; si alguien mencionara a los Illuminati como un grupo liberador, de salvación para la población mundial, estos teoristas harían lo posible por destrozar dicha información, la mayoría aludiendo a la gran avalancha de artículos sobre ellos que hay solamente en internet.
Los seguidores de esta ideología social, las teorías conspiracionales, han formado un tercer grupo de la clásica dupla científico/ateo vs. religioso/creyente, antónimo binario que abunda en practicamente cualquier sociedad. Ahora este tercer grupo busca encontrar – al igual que muchos – un punto intermedio entre ambos aspectos, concluyendo en muchos casos en que el mundo está dominado por extraterrestres de otra dimensión.
Desgraciadamente desde la misma terminología que se usa para describir estas creencias, todo está mal planteado. Una teoría ha sido comprobada, mientras que una hipótesis es tan solo información arrojada en espera de verificación. Las llamadas teorías conspiracionales deben ser nombradas hipótesis conspiracionales.
El manejo pseudo-científico que se le da a estos temas es sin duda pavoroso; Se regalan datos “científicos” a diestra y siniestra, provenientes de nadie sabe donde pero con información supuestamente veraz que las personas dan por hecho. Los grupos enemigos antes mencionados tienen super poderes gracias a la ciencia y cuentan con la tecnología para teletransportarse y demás; sin embargo nunca se ofrecen datos científicos reales, o al menos filosóficos o matemáticos. Todo lo que se ofrece es información pseudo-científica.
Ahora, no toda la información que se ofrece desde estos medios es totalmente descartable, lo cual vuelve difícil la tarea de filtrar y determinar que información es real y cual solamente está siendo sensacionalista. Figuras públicas como David Icke y Alex Jones han provocado la creación de esta nueva corriente, alertando y aterrorizando a la población que alcanzan con historias de verdaderamente inverosímiles. Pese a esto, ellos basan su información en datos ciertos, sin embargo toman una sola referencia y posteriormente construyen un mundo alrededor de ella, provocando así confusión y miedo.
Un buen ejemplo sería el famoso Nuevo Orden Mundial. Dado que figuras políticas han estipulado publicamente la necesidad de este nuevo orden, y que los Illuminati de manera oficial promueven también un Nuevo Orden Mundial, estos sujetos han culpado a este último grupo de todo lo que acontece al mundo, sin darse cuenta que los Illuminati son en realidad liberadores que pretenden derrocar a las figuras políticas, corporativas y bancarias actuales para poner en la silla a las personas que muestren un verdadero compromiso y mérito, es decir, sustituir malos gobiernos con buenos gobernantes.
Gracias a un inteligente manejo del lenguaje, estos teoristas conspiracionales inundan la mente del receptor con basura que solo sirve para distraernos del verdadero objetivo de la humanidad: la libertad. Icke y Jones bien podrían ser figuras del mítico “sistema” que fueron puestos ahí para confundir a la población y evitar que tome acción.
Haciendo una analogía con el Popol Vuh, libro de conocimiento y mitología Maya, los dioses crearon a un ser humano tan perfecto y poderoso que era capaz de ver tan lejos como los mismos dioses, sin embargo, para evitar ser desplazados, estos crean un humo llamado “mitote”, el cual sirve para distraer, confundir y marear a los humanos.
Los dioses de hoy son los dueños, presidentes y ejecutivos de los bancos, las corporaciones transnacionales, los gobernantes y demás… a ellos en definitiva no les conviene a una población despierta, activa, involucrada y organizada, y no podemos dudar un segundo que muchas teorías conspiracionales hayan sido arrojadas por ellos para distraer a la población del objetivo real. Un ejemplo claro es esta desvirtuación del Nuevo Orden Mundial Illuminati a través de la sober explotación del término para tratar de anular a este mítico grupo.
Estas figuras corporativas, bancarias y gubernamentales, aparentemente exitosas, aparentemente triunfadoras y felices son sin duda un enemigo a vencer, pero como civilización jamás vamos a poder trascender sobre sus sucios y malos manejos a menos que estemos organizados, cosa que jamás ocurrirá si no se adquiere un punto de vista en común entre todos los grupos que conforman la población mundial.
Si tenemos a todos preocupados por lagartijas que habitan debajo de la tierra, no tendremos tiempo para charlar entre nosotros y llegar a acuerdos que nos permita tomar acción para instituir un gobierno que obedezca a los intereses del pueblo, y no a los corporativos.
La propuesta es olvidar las teorías conspiracionales. Desechar la información que proviene de fuentes poco confiables y borrar por completo la información obtenida por memes y videos de youtube. Hay tanta información basura que es fácil ser presa de todo esto, sin embargo, si verdaderamente se busca una respuesta, se podría hacer experimentos científicos que ayuden a determinar la veracidad de la hipótesis conspiracional que desea realizarse.
La información que se tome en cuenta debe provenir de libros, de sitios web confiables, serios que no pretendan aterrorizar a nadie. Al usar una herramienta como la navaja de Occam, se podría discernir la veracidad de un sitio con solo entender si la intención de este es atemorizar, alertar, ganar adeptos, vender algo o solamente ser sensacionalista, a diferencia de informar y educar.
A final de cuentas, después de entender la información adquirida, es necesario ser racional para no dejar que ideas verdaderamente delirantes ocupen la mente. El universo obedece al lenguaje de la realidad, y si alimentamos nuestro espíritu con basura, viviremos una realidad llena de ella, en lugar de vivir alegremente, sin miedo, libremente, con felicidad, y no con miedo, oscuridad, apatía y temor a ser vigilado.
Las teorías conspiracionales no sirven más que para distraernos, confundirnos, asustarnos, tenernos desorganizados y escondidos, incapaces de sentir nuestro propio potencial, nuestra capacidad humana de crear y transformar, de dar paso al cambio, tal como lo hicieron nuestros ancestros al recorrer el mundo e instituir poblaciones.
No podemos seguir con miedo, no podemos seguir mareados bajo el influjo del mitote, no debemos dejar que un puñado de personas nos aterren con sus historias, pues no necesitamos más víctimas, sinó héroes y campeones capaces de promover un verdadero cambio en el sistema social, uno que favorezca a la población en lugar de oprimirla y explotarla. ¡Desechemos las teorías conspiracionales! Dejemos de pensar en lo que otros hacen para concentrarnos en lo que nosotros podemos hacer.